La Semana Santa culmina el Domingo de Pascua de Resurrección el día que hizo el Señor como canta la Iglesia porque de ese día arranca nuestra salvación y nuestra Fe en Xto resucitado. Si Xto no resucitó dice San Pablo vana es nuestra fe y seriamos los mas infelices de los hombres. Pero no es así. Porque desde ese día empezó a difundirse por todas partes la fe en Xto resucitado. Ese era simplemente el mensaje de esperanza y gozo espiritual. La muerte había sido vencida para siempre.
La Semana Santa es una mezcla a la vez de tradición y folklore de devoción y jolgorio pero en ella no solo afirmamos nuestra fe sino que también la proclamamos a todos los vientos. Desde el Domingo llamado de Ramos por los ramos o palmas que llevamos en las manos vitoreando al Señor que entra humilde, manso y montado en una burrita. Los protestantes se burlan de nosotros los católicos porque salimos en procesión acompañando al Señor pero habría que preguntarse: ¿Qué otra cosa hacían los discípulos del Señor al entrar este triunfalmente en Jerusalén? Los únicos que se oponían a ello eran los fariseos como ahora lo hacen los protestantes.
Porque las procesiones de Semana Santa no son más que una manifestación pública de fe y esperanza de confianza en el Señor que se humilló por nosotros los hombres para salvarnos de nuestros pecados y por ello fue insultado abofeteado, escupido, azotado y coronado de espinas. Como dice San Pablo a los Filipenses siendo Dios se humilló y tomó la forma de esclavo hasta morir por obediencia al Padre y muerte de cruz.
El Jueves Santo celebramos la Institución de la Eucaristía en la que Xto se nos da en cuerpo y alma como alimento. Ese mismo día se da la conmovedora ceremonia de Lavatorio de los pies a los discípulos como una muestra de amor y humildad para que también hagamos lo mismo nosotros. El Viernes Santo la muerte de Xto en el Gólgota. La procesión del Santo Entierro esa noche es profundamente conmovedora. En cierto sentido se puede decir que la Semana Santa en estos países de origen latino ha forjado en el yunque de la devoción a la Pasión y Muerte de nuestro Señor Jesucristo no solo su alma sino también su identidad y su cultura. A diferencia de nosotros en los países de mayoría de protestante apenas se celebra y todo se reduce a unos huevos de pascua y unos conejitos de chocolate. A lo sumo el canto siempre hermoso del Aleluya de Haendel.
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